Sunday, October 24, 2010

La Derecha en Chile 4 - El “centro político” no existe


La siguiente razón que tengo para ser derechista es que no creo en el cuento del centro político.

Quizá inspirados en la fábula de los tres chanchitos, los expertos (norteamericanos, según se dice) que en los 60 asesoraron a la DC para detener al “comunismo” del FRAP, promovieron el genial invento de los “tres tercios”.

Un equilibrado “centro” político entre dos posturas nocivas: el “comunismo internacional” y la “derecha terrateniente”.

Muy bonito. Mediante esta distribución artificial de fuerzas políticas, inexistente en cualquier otra democracia occidental, negar el voto a la DC implicaba ser un rojo fanático o un lacayo de los ricos explotadores.

Y cuando se constituyó la actual coalición gobernante, pasados varios años de un centro político que no se vio ni en pintura, se repuso el mismo cuento. Incluso fueron más allá, alegando que la suya constituía una concertación que cubría “todo el espectro político”: izquierda, centro y derecha.

Pero apenas tomado el ritmo de marcha se les corrió el disfraz de “espectro” mostrando a los mismos progresistas de siempre. Es decir, a los convencidos de cumplir un rol mesiánico “histórico” en el rescate de los pobres y marginados mediante la fundación de un nuevo orden social.

Este perfil es transversal al concertacionismo y marca el origen de todos los partidos que la conforman.

Los radicales, que partieron reclamando la representación de la clase media (que no es lo mismo que representar el centro político) se pasaron irreversiblemente a la izquierda, cuando en los años 60 se declararon oficialmente “laicos, socialistas y democráticos”, ocasionando la escisión de una minoría a la que no le quedó otra que pasarse a la derecha.

Los demócrata cristianos hicieron el intento de presentar alguna variante, pero revisando lo obrado cuando fueron gobierno en los 60, el discurso de siempre de la mayoría de sus dirigentes y la realidad de sus coaliciones partidistas que desde antes de 1990 incluyen al Partido Comunista embozadamente por varios años y desembozadamente en estos días, la verdad es que han sido progresistas de toda la vida.

Versiones más recientes del “centro” tampoco resultaron convincentes.

Hace unos años, un empresario convencido de esta fábula y dueño de una muy alta consideración de sí mismo, organizó un “referente” al que llamó “centro-centro”. Como quien dice y para no errar el objetivo, se trataba de dar en el blanco del mero centro de la esencia misma del centro.

Pero nada pasó ni podía pasar, porque tal cosa nunca ha tenido existencia real.

Nadie conoce una ideología que sea propia del centro político, nadie ha visto grupos que espontáneamente levanten genuinas reivindicaciones de ese origen ni nadie los verá.

Menos ahora, cuando fruto de la dinámica política de años, las cosas empiezan a retomar su cauce natural.

Sea que a unos los motejen de “reaccionarios”, “momios” o “fachos” y a los otros de “upelientos”, “comunachos” o “zurdos”, no necesitamos nada adicional a una derecha decisivamente imbuida en los asuntos públicos y una izquierda genuinamente democrática.

Pero no hay partidos, contenidos ideológicos ni razones para ser ideológicamente de “centro”. Ni nunca los hubo.

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Próximo capítulo (5 de 20): "Los salvadores de los pobres, tampoco"

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