Monday, November 1, 2010

La Derecha en Chile 11 - Respeto por la familia

Como proyección de lo anterior, la visión izquierdista de la familia impugna su forma tradicional y se propone imponer modelos salidos del caletre de los que “piensan” cómo debe ser.

Es cierto que en la actualidad proliferan las familias mutiladas, alternativas y atomizadas en contraposición a un modelo parental que pareciera estar en retirada, pero en contraste con lo obrado por el progresismo, la derecha siempre busca fortalecer o al menos rescatar la familia tradicional.

Los progresistas, lejos de ello, se aprovecharon de esta coyuntura para decretar el fin de la familia tradicional e imponer “nuevos modelos” que pretendían extender hasta incluir la adopción de niños por parte de parejas homosexuales y lesbianas.

Los planes concertacionista de promoción del sexo como práctica desvinculada del amor de pareja o, menos todavía, del matrimonio iban en esa dirección y, de no haber sido que perdieron el control del ejecutivo, es probable que ahora estuviéramos luchando contra legislación que consagre estas nuevas “familias”.

Alegando combatir el embarazo adolescente, la imposición por parte de Bachelet de la "píldora del día después", a distribuir gratuitamente entre niñas de 14 años con desprecio del derecho de los padres a conocer de este hecho, apuntaba al corazón mismo de la institución familiar, desconociendo groseramente las razones sociológicas que dan origen al embarazo adolecente entre niñas pobres y negando el mínimo respeto que se debe a cualquier familia, aún aquellas en estado de deprivación y desamparo.

Habiendo estudios que explican claramente la realidad de este fenómeno que establecen que la causa del embarazo adolescente radica en el inicio precoz de la vida sexual por razones de precariedad social (en las que la constitución de parejas estables para evitar caer en la promiscuidad sólo es posible en esa etapa de la vida), los líderes de izquierda prefirieron aprovechar la coyuntura para presentar este problema como causado por la falta de la famosa píldora, tratando de instalar la falsa noción de que la práctica sexual adolescente es la misma en todas las capas de la sociedad.

Esta tosudez por imponer entelequias se ve reforzada por el hecho de que entre los líderes progresistas predomina un cierto desorden familiar, tanto en la familia de origen como en las relaciones construidas en la adultez.

Ya perdido el poder e iniciado un gobierno de derechas, hemos asistido a una pugna al interior de un matrimonio de líderes de izquierda que prefirió liquidar la familia que habían formado y divorciarse en vez de ceder en sus ambiciones políticas.

Aunque los derechistas vemos esto como una desgracia, entendemos que no podemos formularles cargos o críticas, pero es inaceptable es que se intente imponer como la moral de los tiempos aquellas malas experiencias, disfunciones o visiones personales de quienes coyunturalmente ocupan posiciones de poder.

De nuevo, es la derecha la llamada a enarbolar con toda legitimidad la bandera de las familias tradicionales y —sin que esto suponga perseguir a nadie— premiar la familia numerosa, facilitar el trabajo de las madres, promover la unión matrimonial y, en general, perfilarse claramente como los defensores de la familia.

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 Próximo capítulo (12 de 20): "Respeto por las comunidades reales"

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