Saturday, November 13, 2010

La Derecha en Chile 16 - Propaganda y culto a la personalidad

Una forma recurrente del populismo progresista para copar la agenda es transformar a los Presidentes en tema obligado de cobertura mediática, dando gran importancia hasta al más mínimo acto de estas personas, como si ello fuera gravemente importante para la nación.

Esto lleva a un constante y costoso esfuerzo de salvaguardia mediática del líder, respecto de quien se construye toda una estructura de blindaje destinado a encontrarle sentido a cualquier disparate y a rechazar hasta la más pequeña crítica que le sea formulada.

Si alguien se pregunta qué hacían trabajando para el régimen pasado cientos de periodistas y publicistas manejando un presupuesto grandísimo ésta es la respuesta: la propaganda constante y el culto a la personalidad son ESENCIALES para la gestión populista que requiere el progresismo.

Así como los progresistas desprecian a los personajes históricos tradicionales o de signo político contrario, desde el aparato de propaganda del poder imponen imágenes con méritos y trascendencia inusitada de quienes les parece abonan a su postura ideológica.

Por ejemplo, para los concertacionistas, Allende representa el epítome de las virtudes del líder y cualquier opinión que desvirtúe ese áureo perfil es vista como anatema, como sacrilegio.

Bajo el gobierno de Michelle Bachelet el programa de la emisora estatal TVN “Grandes chilenos”, como parte de esta campaña, llegó a extremos ridículos en este afán incluyendo “personajes” conocidos sólo por ellos y de nula recordación popular, hasta rematar en que el “ganador” del pretendido certamen nacional habría sido Salvador Allende, mismo que en cualquier encuesta independiente figura en los últimos lugares.

Durante el período de Ricardo Lagos, cuando las filtraciones de actos corruptivos de enorme magnitud copaban la prensa (sobresueldos pagados de forma irregular y no declarados ante la autoridad tributaria, coimas aprovechadas por parlamentarios oficialistas aprovechando el aparato de asistencia social, etc.), la única preocupación del gobernante era mantener su popularidad, encargando encuestas en las que se "daba a conocer" que seguía siendo "querido" por el pueblo.

Este mismo eficiente trabajo propagandístico que se desplegó bajo Lagos (que según se dice abandonó la Presidencia con un 70% de aprobación) fue ejecutado bajo Bachelet tratando de instalarla como una gobernante cuyo alejamiento hería sensiblemente la aspiración del pueblo, reportando un nivel de popularidad todavía mayor al de Lagos.

El culto del progresismo a la personalidad de sus líderes es de tal forma imperativo que ni siquiera les preocupa la monstruosa contradicción de un pueblo que "adora" a su líder, pero que prefiere que gobierne la coalición que se le opone.

Tampoco les preocupa la contradicción entre esa popularidad y el desolador panorama de la gestión real de sus líderes, que en el caso de Bachelet consistió en un desfile constante de impericia, demagogia y corrupción.

Esa pésima gestión está actualmente sirviendo de medio de contraste para el desempeño del gobierno de derechas que la ha reemplazado. Y el efecto es realmente dañino para el aparatoso montaje de este culto a la personalidad porque cada día que pasa se vuelve más evidente la abismal diferencia entre una gestión populista y una basada en la eficiencia.

Y, encima de eso, la cesación del bombardeo con el mensaje constante de la "popularidad" del líder ha dado paso a una cobertura mucho más sensata y crítica del Presidente, hecho que se ha visto reforzado por el ataque constante de los departamentos de prensa de la TV y otros medios controlados por los que ayer promovían rabiosamente el culto al Jefe de Estado.

El respeto tradicional de los derechistas por la persona individual no les hace perder de vista el carácter transitorio de aquellos que asumen la autoridad y, por lo mismo, les aleja de los excesos laudatorios o serviles.

La visión derechista del gobernante es mucho más sobria y equilibrada, no siendo raro que algunos de ellos asuman posiciones de dura crítica respecto de lo que les parece mal. En esta línea, aparte del fuego graneado del progresismo, el Presidente Piñera ha debido enfrentar cuestionamientos originados en su propio sector, donde prácticamente no existe la incondicionalidad.

Este es otro rasgo característico de la Derecha en Chile que, lejos de constituir un "defecto", es algo de lo que los derechistas pueden ufanarse porque les previene de caer en extremos y es garantía de rechazo a la corrupción institucionalizada y la mentira. Justamente lo contrario de lo que ocurre bajo la centroizquierda.

[+]

Próximo capítulo (17 de 20): "Religiosidad y espiritualidad"

.

No comments:

Post a Comment

Dime en qué estoy equivocado, para corregirme.