Monday, November 1, 2010

La Derecha en Chile 9 - Sentimiento patriótico

Por su íntima vinculación con lo nuestro, con nuestra historia y con la materialidad republicana, la derecha no reconoce “vaticanos” políticos en el extranjero y jamás ha vacilado en deponer su rol opositor para apoyar al gobierno frente a cualquier amenaza a los intereses o valores patrios, venga de quien venga.

No así los progresistas.

La crónica exhibe un serio baldón en la conducta patriótica de ese grupo, más recalcitrante a partir de la primera mitad del siglo pasado cuando juró fidelidad y devoción a líderes e ideas extranjeros.

Las declaraciones y acciones de los izquierdistas chilenos no se limitaron al apoyo a la URSS, satélites, Cuba y demás países regidos por el socialismo en sus conflictos internacionales. Se sumaron además al ataque a los intereses nacionales que protagonizaron entidades de ese origen en su combate al gobierno militar cuyo éxito amenazaba gravemente la expansión de su ideología [Ver nota abajo].

Apoyaron con entusiasmo y asumieron como propias la financiación y despliegue de efectivos para el sabotaje y el terrorismo en nuestro territorio causando la muerte de muchos inocentes y de jóvenes fanatizados. Promovieron el boicot de nuestras nacientes exportaciones, se involucraron en la artera maniobra para envenenar uvas e incluso en el bloqueo al equipamiento militar en tiempos de doble amenaza internacional, lo cual es una traición a la patria en toda la línea.

Y esto no se terminó con la vuelta de los izquierdistas al poder.

Explotando la falsa idea de que el boom chileno era de su autoría, promovieron la entrada masiva e indocumentada de cesantes peruanos, dando origen con ello a una reacción xenofóbica nunca antes vista entre nosotros, siempre tan abiertos al extranjero, dañando quizás irreparablemente la tradicional actitud de apertura y bienvenida al “amigo, cuando es forastero”.

Además, se ha permitido y hasta promovido el libre desplazamiento por nuestro territorio de activistas extranjeros que con dineros de ese origen buscan conflictuar la que por años había sido una buena relación entre empresarios y sindicalistas.

Contrariamente al sentir mayoritario de los chilenos, se ha suscrito las pretensiones hegemónicas del socialismo chino sobre Tíbet, la República Iugur y Taiwán (Michelle Bachelet firmó ese ignominioso apoyo); se ha disimulado el terrorismo de las FARC y se ha atacado al gobierno constitucional colombiano que legítimamente les combate; se ha apoyado los planes totalitarios de Evo Morales y hasta se ha forzado la entrada del país en la UNASUR, organismo que sin aportar a los intereses nacionales sólo sirve los planes totalitarios del socialismo regional.

De antología en este listado de conductas antipatrióticas ha sido la visita de la Presidenta Bachelet a Cuba, inspirada en su militancia, su admiración por Castro y la cooperación que la representante de un país con el prestigio de Chile podía prestar a la causa castrista. La colisión del genuino interés nacional con las preferencias personales de la mandataria ha sido clarísima, erosionando incluso la dignidad nacional.

Todo eso, sin siquiera revisar las actitudes desganadas o derechamente entreguistas frente a los conflictos territoriales con nuestros vecinos y la pésima conducción, desprofesionalización y manipulación político partidista de nuestro antes prestigiado servicio exterior.

Esa preferencia por las vinculaciones internacionales, en detrimento de lo que nos resulta conveniente como nación, es común a todos los partidos hacia la izquierda.

La DC, que 1964 accedió al poder merced al apoyo extranjero, manteniendo antiguas y fuertes vinculaciones con organismos ideológicos transnacionales que lucha por representar en forma exclusiva, no es en absoluto la menos volcada a esa postura. Ya instalado el gobierno de Sebastián Piñera, bastó que aparecieran débiles indicios de contacto entre dirigentes de derecha con la fundación Konrad Adenauer para que los democristianos se movilizaran rechazando rabiosamente ese mero encuentro, tal es su dependencia y compromiso con las transnacionales ideológicas.

En este sentido, la derecha es el único sector de nuestra política auténticamente chileno y, por lo mismo, el único que garantiza el adecuado resguardo de nuestros intereses nacionales sin arriesgarlos por compromiso ideológico con gobiernos o entidades foráneas.

Nota: El impacto global del ejemplo de Chile al reorientar la marcha de la nación en sentido perfectamente contrario al que le había impuesto Allende es un tema que clama por autores. Frente al Chile emergente a pocos años de hacer ese camino contrario al socialismo, las ineludibles comparaciones tan negativamente concluyentes para esa ideología tienen que haber contribuido a su colapso en una medida aún pendiente de consignar.


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Próximo capítulo (10 de 20): "Respeto por la persona"

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